A través del contacto de esta web nos llega este relato de un usuario afectado por una fobia más habitual de lo que pensamos.
Hola, soy Martín y quiero compartir con vosotros mi experiencia con la asimetrofobia, un trastorno que marcó una etapa significativa de mi vida. La asimetrofobia, para quienes no lo saben, es el miedo irracional a las cosas asimétricas o desequilibradas. Puede sonar extraño para algunos, pero para mí fue una realidad abrumadora.
Todo comenzó en mi adolescencia, cuando empecé a notar una obsesión creciente por la simetría y el equilibrio en todo lo que me rodeaba. No era solo una preferencia estética; se convirtió en una necesidad angustiante. Si veía un cuadro colgado de forma desigual o un arreglo floral asimétrico, sentía una ansiedad intensa y a veces incluso pánico.
«Esta obsesión me consumía tiempo y energía»
Esta fobia afectó muchos aspectos de mi vida cotidiana. Evitaba lugares públicos donde sabía que podría encontrarme con diseños o patrones asimétricos. Incluso en mi propia casa, pasaba horas tratando de asegurarme de que todo estuviera perfectamente alineado y equilibrado. Esta obsesión me consumía tiempo y energía, y empezó a afectar a mis relaciones e incluso a mi rendimiento laboral.
Finalmente, con el apoyo de mi familia, busqué ayuda profesional. A través de la terapia cognitivo-conductual, aprendí a controlar mis pensamientos irracionales sobre la simetría y la asimetría. Mi terapeuta me ayudó a entender que mi miedo era infundado y que podía dominarlo, no al revés.
Una de las estrategias más efectivas fue la exposición gradual. Empezamos con pequeñas tareas, como cambiar ligeramente la posición de los objetos en mi casa y tolerar la incomodidad. Con el tiempo, estos ejercicios fueron más complicados. Aprendí técnicas de relajación y respiración para manejar la ansiedad en estas situaciones.
«Comencé a apreciar la belleza en la imperfección»
Lo más importante fue aprender a aceptar que el mundo es inherentemente asimétrico y que eso está bien. Comencé a apreciar la belleza en la imperfección y a entender que la simetría absoluta no es ni necesaria ni deseable.
Hoy, puedo decir que he logrado un control significativo sobre mi asimetrofobia. Aunque todavía prefiero las cosas simétricas, ya no me causan ansiedad. Puedo vivir mi vida sin las restricciones autoimpuestas de antes.
Espero que mi historia pueda inspirar a otros que luchan con fobias similares a buscar ayuda. No están solos, y sí hay un camino hacia la superación.